Pobres muertos que hablan sin que nadie pueda oírlos,
pobres muertos que murmuran esperanzas y lamentos huecos.
Pobres muertos que caminan
con pasos invisibles y seguros,
que cruzan las calles
sin temor, con la voluntad del viento,
pobres grises y aturdidos muertos
que buscan enraizar pero no pueden.
Pobres muertos que florecen,
pero esta vez como el otoño
demostrándose en esqueletos
de árboles secos, en ramas secas,
en hojas ocres muertas.
Pobres muertos que viven
en canciones y poemas,
particulares muertos,
dueños de cuyos nombres
acaso nadie ya recuerda.
Pobres muertos.