De un bocado el olvido
engullirá los tres nombres de mi destino.
Incontadas lágrimas que nadie vio
y en las que nadie cree,
pidieron piedad en el olvido.
Pidieron tregua
pero nadie creyó
y la amnesia nunca vino a mí.
Hoy, pasado el tiempo,
me someto voluntariamente
a que mis ojos se cubran de tierra.
Abandonado al principio,
abandonado después,
nadie escapa a su destino.
Jesús Navarro
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