Mis pasos te persiguen Federico.
Verdes e inmaduros,
Perennes como césped de otoño,
Pequeños y pausados;
Terribles pasos míos.
Cortando calles compañero,
Entre cantos de protesta y mi silencio,
Con militantes conocidos
Y mi pensamiento ajeno.
Caminando, confiado,
Asegurando pelea con la palabra, camarada,
Y mi silencio que también a su modo grita y clama.
Sin pensar, sin imaginar siquiera,
Que pudiera la fuerza venir a atacarme,
Camino mi querido Federico
Con una bandera blanca en la mano,
Desteñida en su tinta roja y verde,
Sucia en la batalla, pero limpia hasta la muerte.
¡Si!,
también es mía esta algarabía
de sentir como un puñal lo diferente.
El gran poema de este pueblo que arremete
Al que resiste y al que somete
¡Sí Federico plebeyo, obrero, soldado; pero nunca esclavo!
¡Sí compañero, salvaje pero no cobarde,
dolido, pero no perdido, humilde, pero nunca cristo.
Verdes, inmaduros,
Como el romance noctámbulo,
Del popular al pueblo; mis pasos te persiguen.
Elegantes los pies que visten mis pasos.
Polvorientos pasos míos.
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