La noche es un animal famélico
que devora apresurado mi sueño
y lo convierte en insomnio,
presa fácil del recuerdo.
La boca que posó tu beso
te nombra urgente en el desvelo.
La sal corre huérfana por dentro.
Viscoso y blando
por el abandonado miembro va el deseo.
La noche hambrienta me reclama
el calor que halló mi mano en tu cintura
más el temblor dulce y casi angelical
de esas frágiles pupilas tuyas.
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